viernes, junio 26, 2009

El Mito de Demeter

El mito de la resurrección vegetal es muy importante para la historia del hombre. Como siempre digo, el mito tiene un fin socializador. Las historias mitológicas tienen ciertas claves que enseñan al hombre arcaico muchas cosas que debe tener en cuenta para vivir en la tierra. Porque el hombre hay algo que siempre va a querer, la respuesta a la pregunta más antigua y difícil de todos los tiempos: ¿por qué?

El hombre necesita respuestas, necesita entender qué mueve al mundo, para vivir en él. El hombre se maravilla con la naturaleza y busca explicaciones a sus fenómenos. En la mitología están todos los factores que harán al hombre capaz de vivir más contento, creyendo saber algo más. Cuando hablo, en este caso, de la mitología, hablo de las religiones en general. Hay que pensar que las religiones modernas no son otra cosa que la repetición de historias paganas, reescritas para hacerlas más actuales.

La Resurrección vegetal es el punto máximo para estos temas. Ya que es utilizado para aprender a vivir en el mundo haciendo todo: agricultura y comercio, las bases de la economía. Además las historias míticas que relacionan el ciclo de la vida con la resurrección son muy importantes para las religiones modernas, en especial la cristiana.

Pero el caso más importante, dentro de la mitología griega es el mito de Démeter y Perséphone (cuyo nombre significa La que dice el horror). En este mito se le enseña al hombre arcaico el conocimiento sobre la agricultura; se trata el tema de la inmortalidad, que para la mitología siempre fue el premio más grande; y se da una explicación al ciclo de la vida en general.

Démeter era la diosa de la cosecha, la diosa de la espiga madura del trigo. Era hija de Chronos y de Rea, al igual que Zeus, Poseidón y Hades. Su hermano, Zeus, el dios que, tras el asesinato del padre, se convirtió en el ser más poderoso del universo, tomando el puesto de rey de los dioses, la pretendía, a pesar de la relación filial.

Al ser rechazado por la diosa, Zeus acudió a uno de sus viejos trucos de conquista: se metamorfoseó en un enorme y bello toro blanco. El toro es, para la mitología griega, el símbolo viril de la ley masculina. Está directamente relacionado con la muerte del padre, porque todo toro termina muerto de forma ritual. Convertido en el semental rumiante, Zeus violó a Démeter, dejándola embarazada con su simiente. De esta unión nació Koré, la niña más inocente.

Esta historia también se repite con su otro hermano, Poseidón, el rey de los mares y los océanos. Démeter, para eludirlo se convirtió en una yegua y se puso a pastar en los pastizales de un rey, cerca de las caballerizas. Pero un majestuoso caballo entró de improviso y la sedujo. Así Poseidón logró poseerla, de esa unión nacieron los caballos más famosos y rápidos, los que tiraron del carro que llevaba al dios tracio Ares, el dios de la guerra y el sinsentido.

Koré, junto con otras doncellas vírgenes camina entre lirios y narcisos en un bello jardín. Mientras la niña observaba los narcisos, Hades, el dios de los infiernos, llegó allí y la raptó violentamente. En ese momento la inocente niña conoció el dolor y el horror, dejó de ser Koré, era Perséphone, la que dice el horror.

El dolor de su pérdida endureció el corazón de Démeter, se convirtió en una terrible castigadora. Ericsistión era un leñador, fue encontrado por Démeter cometiendo un crimen: talaba árboles para la venta n un bosque sagrado dedicado a la diosa. El terrible castigo consistía en no poder saciar el apetito, a tal punto que Ericsistión se termina devorando a sí mismo. Démeter le quita el alimento, el efecto del don de la diosa.

Ya no soportando su dolor, vaga por el mundo convertida en una anciana con un bastón. Hécate, apiadándose de ella le dice que Helios, el dios sol, debe saber como encontrar a Perséphone, ya que el sol lo ilumina todo.

En la ciudad de Eulesis, mientras buscaba a Helios, Démeter es encontrada junto a un pozo seco por unas niñas, las hijas del rey. Logran hacerla sonreír, y le devuelven la felicidad y la fe al rostro. Démeter se convierte en nodriza del hijo del rey. Allí se enamoró de Yasión y engendraron a Pluto, el dios de la riqueza. En Eulesis, hoy en día hay templos subterráneos muy raros donde se encuentran pruebas de un antiquísimo culto misterioso dedicado a la diosa.

En un momento se encuentra con Eumolpo, quien le dice que él vio a Hades raptar a su hija, la diosa como agradecimiento le da la custodia de la inmortalidad. También Triptoloméo la reconoce como la diosa y le confía el secreto que él sabía: que Perséphone se encontraba en los infiernos de Hades. La diosa, le concede, entonces, los conocimientos para hacer crecer la espiga, los conocimientos de la agricultura.

Finalmente, conociendo el lugar donde se encontraba su hija, la diosa de la cosecha enfrentó a sus tres hermanos, los dioses más poderosos del Olimpo, con el apoyo de Hermes, el dios mensajero, que la llevó hasta ellos. Enfrentó a Zeus y lo amenazó con algo que ninguno de los tres habían previsto. La diosa dijo entonces que si no se le devolvía a su hija, secaría la tierra. Privaría al mundo de la fertilidad del suelo.

Hades, temiendo perder a su amada, pero temiendo la repercusión de la amenaza de su hermana, realizó un acto muy vil: le dio a Perséphone de comer unos granos de granada. Lo que ella no sabía era que era ley en el mundo de los muertos que nadie que hubiera comido de los frutos que allí crecían volvería a salir al mundo exterior.

Zeus, atemorizado por el poder que su hermana demostraba, vengándose de tantas maldades que el trío le había causado, obliga a Hades a negociar. La negociación termina en que Perséphone vivirá durante 6 meses con su marido en el infierno, y 6 meses en los maizales con su madre. Así, durante medio año la tierra fértil da frutos y granos, y durante otros 6, el suelo está inútil para el hombre.

Como ven, en este mito no solo se explica cómo se debe cultivar la tierra sino que se da una explicación al ciclo de la vida y a la primavera y el invierno. Además de ser una historia de una belleza excepcional.

miércoles, junio 03, 2009

La Caja de Pandora

En la mitología griega, tanto como en la tradición judeo-cristiana, la mujer apareció después que el hombre. La mujer fue una segunda creación. A veces nos preguntamos porqué la sociedad es machista. Y la respuesta está aquí. Es porque fuimos así siempre, desde el comienzo de los tiempos la mujer fue muy diferente al hombre, y era degradada por que a pesar de no tener la fuerza física del hombre era mucho más fuerte. Porque ningún hombre podía dar a luz, ninguno podía conocer el secreto místico de la vida, crear vida. Por eso se la temía, y se la degradaba.
Siempre fue así, y en el siglo XX se cambió mucho la manera de pensar globalmente, pero sigue siendo un mundo machista, y nos va tomar mucho tiempo cambiarlo.

Pero justamente, en la Mitología griega vemos a los dioses como nosotros. No son superhombres justos, son hombres comunes dotados de una inmensa sabiduría algunos y otros de inmenso poder, pero siguen siendo humanos. Esto es lo que Sócrates critica en los diálogos de Platón, cuando habla de la religión, que los dioses deberían ser modelos a seguir, perfectos y buenos, cuando en realidad, los dioses griegos son soberbios, vengativos, lujuriosos, pérfidos, e ingratos, entre otras tantas cualidades negativas humanas. Una de estas cualidades es la discriminación.

Zeus, el señor de los dioses, y Hera, su eterna compañera y eterna contrincante, tuvieron un hijo llamado Hefesto, quien sería luego señor del Fuego y la Forja. Era extremadamente feo, y había nacido cojo. Sus pies hacían el camino zigzagueante de los rayos de su padre. Hera al ver a su hijo tan espantoso, para no soportar las burlas del resto de los habitantes del Olimpo (el monte donde vivían los dioses), lo arrojó del monte. Cayó durante todo un día, estrellándose en la isla de Lemnos. Allí se crió entre hombres, y un enano llamado Cedalión fue enviado secretamente por Hera para que se hiciera cargo de la educación del dios del Fuego, le enseñó las artes de la herrería y la forja. Fue el mejor herrero de todos los tiempos. Podía acercarse a las llamas más poderosas del mundo y trabajar el metal como ningún otro. Entonces, forjó un bellísimo trono de oro con lazos invisibles como regalo para su madre Hera. La Reina de los dioses se sentó muy complacida y se sintió mal por deshacerse del niño hace años, pero cuando quiso levantarse se dio cuenta de que los lazos la habían atrapado. Zeus tuvo que pedirle a Hefesto que la liberase. Pero tardo mucho tiempo en escuchar los ruegos de su padre, por orgullo propio. Finalmente ofreció un trato, el desataría a Hera con la condición de que lo dejaran volver al Olimpo y tomar por esposa a Afrodita, la diosa de la belleza.
Hefesto entonces se convirtió en el artesano del Olimpo. Y forjó los rayos de Zeus, creó tronos, báculos y cetros, puntas de flecha para los dioses cazadores, una casa de oro para el sol, pareces de bronce y cobre para todo el monte y miles de cosas más. Creó toros de bronce que vivían como los reales, perros de oro y vírgenes de plata que eran sus esclavas.
Zeus le pidió que le fabricase muchísimas cosas. Pero lo más difícil que le pidió fue que crease a la mujer. Le explicó lo que quería y cómo debía ser, interna y externamente. Y así Hefesto tomó barro, lo amasó durante horas, y modeló a una virgen como las que ya había hecho en plata, y la dotó de vida y le dio la capacidad de ser libre y de ser inteligente, y lo más importante: de reproducirse. La hizo a imagen de las diosas del Olimpo.
Todo el monte se maravilló de la hermosa creación. La llamaron Pandora, y todos la amaron, y le hicieron cientos de regalos, Atena la vistió de oro, las Horas le trenzaron el cabello con hilos de plata. Hasta Hera la embelleció con anillos y collares. Todos se habían maravillado. Pero fue Zeus quien se jugó más. Le regaló a la niña una pequeña cajita de hierro. Le dijo que mientras tuviera esa caja cerrada, todas las dichas del mundo vivirían con ella, sería rica y hermosa, y tendría el mundo a sus pies. Pero nunca debía abrir la caja o lo perdería todo y la abrumarían las desdichas.

Prometeo era un dios del Olimpo que fue echado por robar el fuego de los dioses y entregarlo al hombre, a quien había creado con sus propias manos, también del barro, hecho con tierra olímpica y lágrimas. Mediante el fuego sagrado salido robado de la forja de Hefesto, Prometeo dio vida al barro. Los dioses se enfurecieron por ello, porque el fuego les pertenecía y no debía ser de nadie más.
Prometeo vivía en la tierra, y Zeus, para demostrarle que no estaba enojado con él por su traición, le envió como regalo a Pandora, la hermosísima primera mujer. Pero Prometeo temiendo lo peor, desconfiando vehementemente de la ira de Zeus prefirió entregar la hermosa dama a su amigo Epimeteo, el primer hombre.
Epimeteo tomó por esposa a Pandora. Y fueron felices por muchísimos años. Pero la duda los carcomía. Toda su vida quisieron saber qué había en el interior de la caja que el rey de los dioses les había dado. Se auto convencieron de que solo era un engaño y abrieron la caja. De ella se escaparon entonces todos los males del mundo, el hambre, la demencia, las enfermedades, la maldad, todas las desdichas humanas. Viendo aterrorizada como perdía todas sus dichas, Pandora cerró la caja justo a tiempo para que en su interior se conservara la Esperanza.

Al igual que en la historia bíblica del Paraíso, el Hombre conoce a la Mujer y juntos hacen lo que no debían hacer, lo único que se les había prohibido. La manzana del árbol del conocimiento y la apertura de la caja de Pandora conforman un mismo concepto: La Caída de Adán y Eva, y la desgracia de la pérdida de todo lo perfecto, del lenguaje original.