miércoles, junio 03, 2009

La Caja de Pandora

En la mitología griega, tanto como en la tradición judeo-cristiana, la mujer apareció después que el hombre. La mujer fue una segunda creación. A veces nos preguntamos porqué la sociedad es machista. Y la respuesta está aquí. Es porque fuimos así siempre, desde el comienzo de los tiempos la mujer fue muy diferente al hombre, y era degradada por que a pesar de no tener la fuerza física del hombre era mucho más fuerte. Porque ningún hombre podía dar a luz, ninguno podía conocer el secreto místico de la vida, crear vida. Por eso se la temía, y se la degradaba.
Siempre fue así, y en el siglo XX se cambió mucho la manera de pensar globalmente, pero sigue siendo un mundo machista, y nos va tomar mucho tiempo cambiarlo.

Pero justamente, en la Mitología griega vemos a los dioses como nosotros. No son superhombres justos, son hombres comunes dotados de una inmensa sabiduría algunos y otros de inmenso poder, pero siguen siendo humanos. Esto es lo que Sócrates critica en los diálogos de Platón, cuando habla de la religión, que los dioses deberían ser modelos a seguir, perfectos y buenos, cuando en realidad, los dioses griegos son soberbios, vengativos, lujuriosos, pérfidos, e ingratos, entre otras tantas cualidades negativas humanas. Una de estas cualidades es la discriminación.

Zeus, el señor de los dioses, y Hera, su eterna compañera y eterna contrincante, tuvieron un hijo llamado Hefesto, quien sería luego señor del Fuego y la Forja. Era extremadamente feo, y había nacido cojo. Sus pies hacían el camino zigzagueante de los rayos de su padre. Hera al ver a su hijo tan espantoso, para no soportar las burlas del resto de los habitantes del Olimpo (el monte donde vivían los dioses), lo arrojó del monte. Cayó durante todo un día, estrellándose en la isla de Lemnos. Allí se crió entre hombres, y un enano llamado Cedalión fue enviado secretamente por Hera para que se hiciera cargo de la educación del dios del Fuego, le enseñó las artes de la herrería y la forja. Fue el mejor herrero de todos los tiempos. Podía acercarse a las llamas más poderosas del mundo y trabajar el metal como ningún otro. Entonces, forjó un bellísimo trono de oro con lazos invisibles como regalo para su madre Hera. La Reina de los dioses se sentó muy complacida y se sintió mal por deshacerse del niño hace años, pero cuando quiso levantarse se dio cuenta de que los lazos la habían atrapado. Zeus tuvo que pedirle a Hefesto que la liberase. Pero tardo mucho tiempo en escuchar los ruegos de su padre, por orgullo propio. Finalmente ofreció un trato, el desataría a Hera con la condición de que lo dejaran volver al Olimpo y tomar por esposa a Afrodita, la diosa de la belleza.
Hefesto entonces se convirtió en el artesano del Olimpo. Y forjó los rayos de Zeus, creó tronos, báculos y cetros, puntas de flecha para los dioses cazadores, una casa de oro para el sol, pareces de bronce y cobre para todo el monte y miles de cosas más. Creó toros de bronce que vivían como los reales, perros de oro y vírgenes de plata que eran sus esclavas.
Zeus le pidió que le fabricase muchísimas cosas. Pero lo más difícil que le pidió fue que crease a la mujer. Le explicó lo que quería y cómo debía ser, interna y externamente. Y así Hefesto tomó barro, lo amasó durante horas, y modeló a una virgen como las que ya había hecho en plata, y la dotó de vida y le dio la capacidad de ser libre y de ser inteligente, y lo más importante: de reproducirse. La hizo a imagen de las diosas del Olimpo.
Todo el monte se maravilló de la hermosa creación. La llamaron Pandora, y todos la amaron, y le hicieron cientos de regalos, Atena la vistió de oro, las Horas le trenzaron el cabello con hilos de plata. Hasta Hera la embelleció con anillos y collares. Todos se habían maravillado. Pero fue Zeus quien se jugó más. Le regaló a la niña una pequeña cajita de hierro. Le dijo que mientras tuviera esa caja cerrada, todas las dichas del mundo vivirían con ella, sería rica y hermosa, y tendría el mundo a sus pies. Pero nunca debía abrir la caja o lo perdería todo y la abrumarían las desdichas.

Prometeo era un dios del Olimpo que fue echado por robar el fuego de los dioses y entregarlo al hombre, a quien había creado con sus propias manos, también del barro, hecho con tierra olímpica y lágrimas. Mediante el fuego sagrado salido robado de la forja de Hefesto, Prometeo dio vida al barro. Los dioses se enfurecieron por ello, porque el fuego les pertenecía y no debía ser de nadie más.
Prometeo vivía en la tierra, y Zeus, para demostrarle que no estaba enojado con él por su traición, le envió como regalo a Pandora, la hermosísima primera mujer. Pero Prometeo temiendo lo peor, desconfiando vehementemente de la ira de Zeus prefirió entregar la hermosa dama a su amigo Epimeteo, el primer hombre.
Epimeteo tomó por esposa a Pandora. Y fueron felices por muchísimos años. Pero la duda los carcomía. Toda su vida quisieron saber qué había en el interior de la caja que el rey de los dioses les había dado. Se auto convencieron de que solo era un engaño y abrieron la caja. De ella se escaparon entonces todos los males del mundo, el hambre, la demencia, las enfermedades, la maldad, todas las desdichas humanas. Viendo aterrorizada como perdía todas sus dichas, Pandora cerró la caja justo a tiempo para que en su interior se conservara la Esperanza.

Al igual que en la historia bíblica del Paraíso, el Hombre conoce a la Mujer y juntos hacen lo que no debían hacer, lo único que se les había prohibido. La manzana del árbol del conocimiento y la apertura de la caja de Pandora conforman un mismo concepto: La Caída de Adán y Eva, y la desgracia de la pérdida de todo lo perfecto, del lenguaje original.

4 comentarios:

Joker 23 dijo...

Ah! Muy bueno este post, muy buena recopilación de información. M gustó.

Por otra parte, ya que en tu perfil decis que te gustó el libro de El Padrino, ¿leiste algun otro de Mario Puzo? Yo leí Omertá, El Último Don y Los Tontos Mueren y me parecieron muy buenos, por eso quería saber que te parecieron a vos. Si no los leiste, te los recomiendo.

Saludos

Lord Reinberg dijo...

lei El último Don que es genial, tengo Omertá pero no lo leí. Y empecé a leer Los Borgia, pero nunca lo termine

Anónimo dijo...

Hay quienes dicen que 'esperanza' es una mala traducción, por el tema de que no sabemos cómo se leía el giego antiguo (sólo suponemos que se lee como dejaron escrito los romanos, pero no hay certezas), y que deberíamos decir que el último mal que recibe el hombre es la 'espera', el esperar, el no rendirse y continuar, como un tren, siempre hacia adelante.

Saludos

Anónimo dijo...

Después de leer su primer párrafo ya sobra seguir perdiendo el tiempo. Es usted un iletrado. Eso de que "siempre fue así" es una sandez que muestra su incultura. Durante la historia han habido sociedades matriarcales en donde la mujer tenía un papel preponderante. Además, su justificación del porqué de la discriminación de la mujer por poseer el don de la fecundidad es simplemente una imbecilidad. Dedíquese a otra cosa.